La invasiva hierba de la Pampa se impone solo cuando no le hacen sombra


Alejandro Martínez-Abraín, Universidade da Coruña


Cuando hay un espacio vacío, como un cultivo abandonado, las primeras plantas colonizadoras son las menos exigentes o las más resistentes.


Estas aventureras generan las condiciones adecuadas –humedad, temperatura, disponibilidad de suelo– para otras especies que, en ocasiones, pueden llegar a eliminarlas por competencia. Este proceso se conoce como sucesión ecológica.

El ecólogo Ramón Margalef dijo que la evolución sucedía en el marco de la sucesión. Me ha llevado mucho tiempo entender qué quería decir exactamente aquella frase lapidaria. Ahora creo que lo que pretendía transmitirnos es que todas las etapas de la sucesión son igualmente importantes desde el punto de vista ecológico y evolutivo. En otras palabras: no podemos desear tener sólo bosques porque entonces las especies típicas de los estadios previos al bosque desaparecerían. Tiene que haber de todo. Tan importantes son las currucas que habitan en los matorrales como los picapinos.

Invasión y sucesión

Con base en esa idea (la importancia de la sucesión y de los paisajes en mosaico) cabría sugerir también que parece un principio generalizable que la invasión vegetal sucede en el marco de la sucesión.

Como escribí recientemente, la hierba de la Pampa (Cortaderia selloana) ocupa con fruición los antiguos campos de cultivo ahora abandonados: terrenos abiertos y ricos en luz y en nutrientes. Un sustrato abonado para ser invadido por una planta amante de espacios abiertos, luminosos.

Campo de cultivo abandonado desde hace poco tiempo donde sólo hay plantas herbáceas y helechos. Alejandro Martínez Abraín, Author provided

Pero hemos de pensar que si el abandono de los campos se hace permanente, la sucesión vegetal continuará su camino. En los campos abandonados de Galicia la cortaderia entra cuando sólo hay plantas herbáceas o helechos (Pteridium), pero empieza a ser devorada por la sucesión cuando aparecen los zarzales.

Campo de cultivo abandonado hace más tiempo, en el que la hierba de la Pampa está en proceso de invasión. Alejandro Martínez Abraín, Author provided

Finalmente, la hierba de la Pampa termina quedándose sin luz con el desarrollo de los tojales maduros, las escobas y los codesos. Antes incluso de que lleguen de nuevo los árboles. Y no sólo son eliminados los pies existentes, sino que la sucesión impide la entrada de nuevos individuos.

Campo de cultivo abandonado antes que los anteriores, contiguo a ellos, donde la sucesión vegetal ya se encuentra en el estadio de zarzal. Las hierbas de la Pampa existentes son ‘ahogadas’ (se quedan sin acceso a la luz) por las zarzas y nuevos pies de hierba de la Pampa tienen difícil invadir el campo. Alejandro Martínez Abraín, Author provided

La invasión es temporal

Así pues, hemos de ser conscientes de que la invasión, en el caso de las plantas amantes de espacios abiertos, no será para siempre. Trae incorporada una fecha de caducidad por defecto. Porque quien manda al final es quien tiene el dominio de las alturas, el control sobre la luz solar.

Lo mismo ocurre en los encinares de Quercus ilex ilex, de hojas grandes y copas cerradas propios de las islas Baleares y contados rincones de la península ibérica. Antes que las encinas crecen los hermosos y productivos madroños. Pero con el tiempo estos últimos acabarán convirtiéndose sin remedio en meros cadáveres bajo las copas de las encinas maduras, en un proceso completamente normal y absolutamente natural.

En resumen, la invasión de plantas amantes de espacios abiertos sólo podrá tener carácter permanente en espacios que se mantengan permanentemente abiertos, ya sea porque los suelos son muy pobres o porque se mantienen abiertos a propósito, como ocurre en las calles que la ley obliga a generar debajo de los tendidos eléctricos en previsión de incendios.

Por este motivo, las políticas medioambientales municipales que penalizan a los propietarios de los campos abandonados invadidos por hierba de la Pampa no van bien encaminadas. Los propietarios se ven obligados a gastar cantidades considerables de dinero de sus bolsillos para dejar sus campos expeditos. Sin embargo, con ello generan de nuevo los espacios abiertos (llenos de luz) que la hierba de las Pampas ama. Basta con que hayan quedado sin eliminar algunos pies en las orillas de las carreteras o en algún jardín para que la hierba salte de nuevo a los campos. Y vuelta a empezar.

Con la ciencia de la ecología en la mano haríamos mejor dejando que la sucesión avance en esos campos. De ese modo acabaríamos con la invasión sin hacer nada, es decir, sin invertir dinero y energía en ello.

Salvando las distancias, podríamos decir que la sucesión es una relación tan desagradecida y asimétrica como la que se da a veces entre padres e hijos. Se hace todo por sacar adelante a los que vienen detrás y lo que se recibe a cambio es, a menudo, la oscuridad.

Alejandro Martínez-Abraín, Profesor contratado doctor en la Facultad de Ciencias, Departamento de Biología, Área de Ecología, Universidade da Coruña

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.