Este fruto proveniente del árbol de maco, y que por sus propiedades nutritivas representa un alimento importante para las comunidades indígenas en los valles andinos de Colombia y Perú, está el riesgo de desaparecer debido a la baja siembra y al poco estudio sobre esta especie en el país.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el lúcumo (Pouteria lucuma) es acogido principalmente por las comunidades indígenas inga y kamëntšá del Alto Putumayo en Colombia, y forma parte de las muchas especies ancestrales y de la diversidad de los recursos genéticos que las comunidades aprovechan tanto para la alimentación básica como para la agricultura.
Por esto y por sus cualidades medicinales, cosméticas, gastronómicas y nutracéuticas, la ingeniera agrónoma María Antonia Ojeda Ramos, magíster en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, se propuso rescatar el valioso recurso genético de P. lucuma para recuperar su aprovechamiento en el Alto Putumayo.
“En Colombia este alimento es tan poco utilizado, que prácticamente se está perdiendo; los árboles que aún permanecen los reemplazan por nuevos monocultivos como frijol, granadilla, lulo y tomate de árbol, ya que las comunidades buscan obtener mayores ingresos y mejorar sus condiciones de vida”, afirma la magíster.
Señala además que “en Perú, por ejemplo, este fruto tiene un mercado promisorio nacional e internacional, pues se puede consumir fresco o transformarse en harina y se utiliza como ingrediente en tortas, refrescos, chocolates, galletas, etc., lo que sería un modelo digno de aplicar en Colombia, en especial en los pueblos originarios, para aprovechar los cultivos naturales del árbol de maco”.
Conservar la semilla
La magíster de la UNAL caracterizó la morfoanatomía (forma, componentes y cuerpo) de la semilla de lúcuma, analizó la distribución espacial de los árboles en el departamento y recolectó frutos maduros para extraer sus semillas y obtener plantas de conservación.
Según la literatura, los árboles de maco pueden medir entre 12 y 15 m de altura, tienen una copa de hojas densa y esférica, pero su crecimiento es lento. “Este último también puede ser uno de los factores de pérdida porque un agricultor o productor no va a esperar 8 o 10 años para la primera fructificación; sin embargo, si no se cultiva, igualmente el tiempo pasa y a la final se perdería”, resalta la ingeniera.
El fruto de la lúcuma es ovalado, recubierto por una cáscara verde, amarilla o naranja, y cuando está maduro su pulpa se torna amarilla-anaranjada, adquiere una textura seca, harinosa, pero muy dulce, y contiene entre 1 y 4 semillas en su interior.
Como primer hallazgo, la investigadora encontró que solo hay 64 árboles sembrados (un número muy reducido) en terrenos de 22 familias de cuatro municipios del Valle de Sibundoy, Alto Putumayo: San Francisco, Sibundoy, Colón y Santiago. También entrevistó a niños de escuelas rurales y a tres personas que aunque no tenían sembrado el fruto y el árbol de maco, sí lo conocían.
“Algunas familias lo conservan solo por tradición, al recordar que ‘mi abuelita o mi papá lo sembró’ y lo mantienen por el cariño hacia los padres, pero no ven el aprovechamiento potencial que tiene la fruta, por lo que la cosecha se pierde; otros han tumbado los árboles porque no le ven uso”, expuso la ingeniera.
No aprovechar naturalmente el fruto y que pueda incidir en los recursos económicos de los agricultores sería por la pérdida del recurso genético de la lúcuma.
“Las personas han dejado de sembrar estas semillas tradicionales porque no ven en su cultivo una posibilidad económica de comercialización y porque el trabajo que demandan no compensa los precios de compra que ofrecen los mercados de los pueblos”.
Por eso les recomienda a los pueblos inga y kamëntšá enfocar acciones para recuperar semillas de uso ancestral a través de un proceso comunitario de investigación y participación.
Si se aprovecha correctamente, las comunidades indígenas tendrían un producto atractivo para diversos sectores del mercado, incluso en medicina natural, pues la lúcuma “tiene propiedades anti-hiperglucémicas para prevenir etapas de la hiperglucemia, y las comunidades creen que al consumir este fruto se puede controlar el colesterol alto y tener una longevidad con buena salud”.