Sobre potencial acuícola venezolano


Germán Robaina G.

robainag@gmail.com


El potencial éxito de un país para el desarrollo de una actividad acuícola generadora de alimentos, empleos, desarrollo y divisas, se basa fundamentalmente en la existencia de especies con elevada potencialidad productiva (Especies), adecuado manejo genético, sanitario y de nutrición animal (Tecnologías), aprovechando acertadamente los recursos ambientales y económicos disponibles (Recursos), adecuadamente manejados por los profesionales del área (Habilidades), todo ello fomentado y respaldado  por una acertada voluntad política (Voluntad Política).

Éxito = (Especies + Tecnologías, Recursos) x (Habilidades técnicas + Voluntad política)  

Tomando en cuenta estos parámetros, la fórmula para el éxito acuícola de un determinado país lo podríamos expresar con la siguiente formula:

Sin embargo, como quiera que las Habilidades técnicas y la Voluntad política en esta fórmula no suman, sino que multiplican, aun cuando contemos con las especies, las tecnologías, los recursos ambientales y económicos y las habilidades técnicas en manos de numerosos profesionales, si no existe una adecuada Voluntad política, el potencial acuícola del país siempre se acercará a cero (0).

Ahora bien, así como existen personas pobres y personas ricas, existen países pobres (improductivos) y países ricos (productivos), pero para que esa productividad se materialice, se requiere de una recia voluntad política y esfuerzo.

Muchos países latinoamericanos acuícolamente pobres, dieron un gran salto cuántico y permitieron el desarrollo de la actividad acuícola comercial a gran escala en muy pocos años, aprovechando su rico potencial ambiental, incorporando tecnologías, conocimientos, habilidades y una recia voluntad política.

Así que, convencidos estamos que una eventual riqueza acuícola de un determinado país viene, irreductiblemente, acompañada de la voluntad política de sus gobernantes para permitir, fomentar y facilitar el desarrollo de la actividad.

Diferentes estudios realizados demuestran que la principal diferencia entre un país acuícolamente rico (productivo) y un país acuícolamente pobre (improductivo), no está en sus recursos naturales, en la inteligencia de sus pobladores, ni en la raza de sus habitantes. 

Al estudiar algunas variables que han ayudado al desarrollo de los denominados países acuícolamente ricos, se evidencia que la mayor parte de sus gobernantes cumple las siguientes reglas:

  • Buscan su independencia económica
  • Poseen deseo de superación nacional 
  • Procuran la soberanía agroalimentaria
  • Desean generar empleos
  • Desean promover el desarrollo regional.
  • Desean generar divisas.
  • Promueven la reducción de la pobreza
  • Posen voluntad política

Así que, no somos acuícolamente pobres porque a nuestro país le falte riquezas, o porque la naturaleza haya sido cruel con nosotros. Somos pobres por la actitud de nuestros gobernantes.

Somos un país es acuícolamente pobre por:

  • Pretender desarrollar una industria acuícola sobre la base de especies de dudoso potencial.
  • Rechazar el cultivo de especies foráneas de extraordinario y probado potencial, presentes en su territorio desde hace más de 50 años.
  • Gastar más recursos en una pesca extractiva en descenso, que en desarrollo de la actividad acuícola sustitutiva, viable y sostenible.
  • Su clase gobernante cree tener enormes e ilimitadas reservas pesqueras naturales y renovables.
  • Creer que la pobreza se elimina por medio de leyes, decretos y normas, haciendo caso omiso de las realidades pesqueras, económicas y alimentarias predominantes.
  • Predominio de actividades acuícolas de subsistencia (conuquismo) antes que las de producción masiva, comercial y exportable.
  • En aras de una supuesta preservación ambiental, se sataniza la actividad acuícola, por encima de los requerimientos nutricionales de su población.
  • Sólo se diseñan políticas de fomento acuícola mediante prácticas de subsistencia asociadas a estructuras clientelares políticas de extremado bajo rendimiento y elevado costo, procurando la eliminación de la clase acuícola productiva privada generadora de riquezas.
  • Para la toma de decisiones sobre dónde, cuándo y cómo producir, no incorpora a los productores ni a los consumidores, sino los burócratas y esferas políticas afines. 
  • Predominan las políticas ambientales a ultranza, en vez de promover el desarrollo armónico y la potencialidad de la actividad acuícola generadora de alimentos, desarrollo, empleos y divisas.

En nuestro país existen las especies, los conocimientos, las tecnologías, las habilidades técnicas y los recursos requeridos, pero nos falta la Voluntad política generadora de los adecuados programas e iniciativas que miles de venezolanos esperamos para poder desarrollar y consolidar a la actividad.

Ejemplo de esta realidad la podemos palpar en el desarrollo camaronero nacional, sector que estuvo a punto de desaparecer ante amenazas de expropiación que existieron hacia finales de los años 80, pero que con un cambio en la visión y la voluntad política logró un enorme desarrollo y representa hoy en día el 99 % de la producción acuícola nacional.

Peces, moluscos, otros crustáceos y macroalgas, entre otras muchas especies, esperan por ese cambio de visión y voluntad.


Germán Robaina es colaborador destacado de Mundo Agropecuario

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