De 53 pequeños cacaocultores encuestados en Andalucía, Buenaventura, Jamundí, La Unión y Trujillo, entre otros 14 municipios de la zona plana del Valle del Cauca, solo 17 utiliza algún tipo de riego en sus cultivos, y de estos la mayoría lo hace con manguera, sin tecnificación ni criterios técnicos, lo cual afecta la productividad. Como un aporte a esta falencia, investigación determina las cantidades de agua que deben aplicar los productores teniendo en cuentas las condiciones ambientales de esta región.
Conocer los requerimientos de agua del cultivo es clave para planificar de manera eficaz el sistema de riego y mejorar la eficiencia de uso del agua, suministrando al cultivo la cantidad de líquido suficiente para satisfacer plenamente sus necesidades.
En su investigación, Óscar Eduardo Trujillo Obando, candidato a Doctor en Ciencias Agrarias con énfasis en suelos y aguas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, centró su interés en el conocimiento del coeficiente basal del cultivo, indicador que mide la variación de agua extraída del suelo por la planta desde la siembra hasta la cosecha por efecto de la evaporación y la transpiración.
“El propósito es determinar las cantidades de agua que deben aplicar los productores en la zona plana vallecaucana, cuya tierra fértil y el clima propicio han convertido a la región en un enclave para la producción de cacao, pero requiere de mayor tecnificación, lo cual reduce las posibilidades de expansión de nuevos proyectos cacaoteros”, anota el investigador becario del programa Bicentenario del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias).
Su trabajo se desarrolló en algunos municipios del departamento con mayor tradición cacaotera, entre los que se encuentran Andalucía, Buenaventura, Jamundí, La Unión y Trujillo, en donde adelantó la caracterización con los productores e identificó cómo manejan sus sistemas productivos con énfasis en el manejo del agua.
Allí encontró que se riega de forma muy rudimentaria y la gran mayoría de los productores desconocen la incidencia de esta gestión en sus cultivos. El 90 % lo hace de forma localizada, destacándose el uso de mangueras ya que se facilita debido a que cada finca productora no tiene más de dos hectáreas. El porcentaje restante lo hace con métodos de irrigación como la aspersión y por gravedad, que consiste en la infiltración del agua en el suelo de manera simultánea para todo el cultivo.
“Se evidenció que los cacaocultores de esta zona desconocen las cantidades de agua adecuadas que necesitan sus cultivos y cada cuánto deben hacerlo, algunos riegan en exceso y otros muy poco, lo que puede provocar ‘estrés hídrico’, el cual puede tener impactos significativos en el crecimiento, desarrollo y supervivencia de las plantas”, destaca.
También, como parte de la tesis doctoral y, a partir del convenio entre la UNAL Sede Palmira y la Federación Nacional de Cacao (Fedecacao), está finalizando la etapa experimental, partir de la aplicación de diferentes tratamientos de riego.
Para ello, está implementado una metodología para la determinación de los requerimientos de agua de los cultivos conocida como FAO 56, la más utilizada por su simplicidad y robustez en los resultados. Esta describe la relación entre la evapotranspiración del cultivo y la evapotranspiración de referencia a través de un coeficiente de cultivo, que involucra los efectos de la transpiración de las plantas y la evaporación del suelo.
La evapotranspiración es la combinación de dos procesos: la evaporación desde el suelo y desde la superficie cubierta por las plantas; y la transpiración desde las hojas de las plantas. Esta constituye un importante componente del ciclo y balance del agua.
El método FAO 56 se está aplicando en un lote experimental de la finca Campoalegre de Fedecacao en Andalucía, lo que permitirá determinar a partir de variables de respuestas, entre ellas fisiológicas y de producción, la cantidad de agua que requieren las plantas en la zona plana.
“Trabajamos en 4 tratamientos: un lote testigo que no recibió riego, solo aporte por lluvia, y otros tres lotes con riego con coeficiente del cultivo de 1.0, 0.8 y 0.5, respectivamente”, explica el investigador.
La importancia de esta investigación radica en el potencial prometedor con el que cuenta Colombia como productor de cacao y la creciente demanda internacional de sus derivados.
Precisamente, la producción anual en el Valle del Cauca promedia las 900 toneladas y una superficie cultivada de alrededor de 1.550 hectáreas. A nivel nacional ocupa un lugar importante en la economía con más de 174.000 empleos entre directos e indirectos y cerca de 52.000 familias cacaoteras que lo siembran en 30 de 32 departamentos.
Como parte de un acuerdo de cooperación y convenio académico entre la UNAL y el Instituto Federal Baiano (Brasil), el investigador desarrolla una estancia de tres meses para fortalecer su conocimiento en fisiología vegetal.