Primera muerte por gripe aviar H3N8: ¿qué implica?


Raúl Rivas González, Universidad de Salamanca


El 27 de marzo de 2023, la Comisión Nacional de Salud (NHC) de la República Popular China notificó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) un caso confirmado de infección humana por el virus de la influenza aviar A (H3N8). La paciente era una mujer de 56 años de la provincia de Guangdong, cuya enfermedad comenzó el 22 de febrero de 2023. Fue hospitalizada por neumonía grave el 3 de marzo y murió el 16 de marzo.

Esta es la tercera infección humana con el virus de la influenza aviar H3N8 descrita en el mundo y la primera muerte confirmada. La investigación epidemiológica preliminar de este suceso sugiere que la exposición a un mercado de aves vivas pudo ser la causa de la infección.

El contacto con aves de corral o salvajes como desencadenante

La Comisión Nacional de Salud de China informó del primer caso de infección humana con el subtipo H3N8 del virus de la influenza aviar el 26 de abril de 2022. El paciente era un niño de 4 años que vivía en la provincia de Henan (China) y que había estado expuesto a aves de corral.

El niño desarrolló fiebre recurrente, neumonía severa e insuficiencia hepática y renal, pero sobrevivió. Un mes después, el Centro Provincial para el Control y la Prevención de Enfermedades de Hunan anunció el segundo caso humano de H3N8 en un niño de cinco años de la ciudad de Changsha que desarrolló una enfermedad leve.

Hasta el momento han sido identificados 11 subtipos de virus de influenza aviar con capacidad de causar infecciones en humanos, en especial los subtipos H5N1, H5N6, H6N1, H7N7, H7N9, H9N2 y H10N8. Sin embargo, uno de los subtipos de hemaglutinina (H) –proteína que se encuentra en su superficie– más ubicuo de los virus de gripe aviar es el H3, que exhibe una amplia gama de huéspedes.

En mamíferos causa enfermedades respiratorias graves

En concreto, los virus de influenza aviar H3N8 circulan de forma natural tanto en aves silvestres como en pollos y patos domésticos. Pero son muy preocupantes los eventos esporádicos de transmisión a múltiples especies de mamíferos, incluidos perros, cerdos, caballos, focas, burros y recientemente humanos. Sobre todo porque en ellos puede causar enfermedades respiratorias graves e incluso la muerte. Así ocurrió en 2012, cuando el H3N8 fue culpado de la muerte de más de 160 focas frente a la costa noreste de los Estados Unidos tras causarles una neumonía mortal.

Por otra parte, experimentos in vitro han demostrado que el H3N8 tiene potencial para infectar con éxito a cerdos. Esto supone una preocupación añadida, porque las células del cerdo tienen receptores tanto para los virus de la gripe humana, en concreto el alfa 2-6 ácido siálico, como para los virus de la gripe aviar, en concreto el alfa 2-3 ácido siálico. Esta situación favorece que estos animales puedan actuar cómo cocteleras víricas, permitiendo la aparición de un potencial subtipo H3N8 que pueda entrar de forma eficaz en las células humanas.

De hecho, es posible que la aparición de alguna mutación puntual pueda facilitar la transmisión del H3N8 a los mamíferos.

En la primera infección humana por H3N8 documentada, el caso del niño de Henan, fue aislado un virus H3N8 reordenado, la cepa A/Henan/ZMD-22-2/2022, que presentaba genes de la hemaglutinina (H) y neuraminidasa (N) de origen aviar, además de genes adquiridos a partir del virus H9N2 de linaje euroasiático. El análisis de sustituciones moleculares reveló que la hemaglutinina mantuvo la especificidad de unión al receptor de tipo aviar, pero que el gen de la ARN polimerasa 2 (PB2) presentaba un cambio de secuencia, en concreto la mutación E627K que consiste en una sustitución de glutámico por lisina en la posición 627. Este cambio está asociado con una mayor virulencia y transmisibilidad en modelos animales de mamíferos. Además, también fueron observadas la mutación N30D y T215A en el gen M y la mutación P42S en el gen NS, que están asociadas con una mayor virulencia en modelos animales.

De hecho, muestras nasofarígeas y anales del perro y el gato de la familia contenían material genético del H3N8 con una secuencia idéntica al virus del niño. Los perros son particularmente susceptibles a los virus de influenza A, incluidos H3N2 y H3N8.

Por si fuera poco, la evidencia seroarqueológica indica que la pandemia de 1889-1893, conocida como “gripe rusa” y que ocasionó la muerte de más de un millón de personas en todo el mundo, podría haber sido causada por un virus H3N8.

Todo sugiere, por tanto, que el virus de la influenza H3N8 puede cruzar las barreras entre especies y representar una amenaza para la salud humana.

No se transmite entre humanos y los casos son esporádicos

Afortunadamente, la información epidemiológica y virológica disponible apunta a que los virus de influenza aviar H3N8 no tienen la capacidad de transmisión sostenida entre humanos. Por lo tanto, la evaluación actual es que la probabilidad de propagación de persona a persona es baja.

Dada la situación global existente, y el contacto continuo que muchas personas pueden mantener con aves enfermas, es esperable que en el futuro aparezcan más casos esporádicos de infección por H3N8 en humanos. Para comprender mejor el riesgo inmediato que supone el subtipo H3N8 para la salud pública es necesaria más investigación tanto en humanos como en animales. Por eso, de momento, continúa siendo vital realizar una vigilancia global seria y exhaustiva, que permita detectar cambios virológicos, epidemiológicos y clínicos asociados con los virus de influenza en circulación.

Mientras tanto, para minimizar el riesgo de infección, debemos concienciar a la población sobre la importancia de mantener una buena higiene de manos, así como de evitar el contacto con animales que estén enfermos o muertos por causas desconocidas. También conviene eludir el contacto con entornos de alto riesgo, como mercados y granjas de animales vivos, aves de corral vivas o superficies que puedan estar contaminadas con aves o heces de aves.

Raúl Rivas González, Catedrático de Microbiología, Universidad de Salamanca

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.