Brasil ha sido reconocido como la superpotencia mundial de la agricultura sin labranza.


Brasil también encabeza la lista de las regiones graneras del mundo mejor preparadas para satisfacer la demanda mundial de alimentos, que se espera que crezca un 60% durante la próxima década.


Así se desprende de un nuevo informe del grupo de expertos estadounidense Atlantic Council , cuyos autores señalaron a Brasil no sólo como un granero mundial, sino también como líder en algunas áreas de la tecnología agrícola. “Los bioproductos para cultivos agrícolas son un negocio próspero en el país gracias a un marco regulatorio que permite llevar rápidamente recursos agrícolas de este tipo al campo. Cuando se trata de agricultura regenerativa, Brasil es una especie de superpotencia mundial en lo que respecta a la agricultura sin labranza”, escriben los autores del informe. 

Sin embargo, “para mantener la posición del país como productor y exportador confiable, los líderes brasileños de los sectores público y privado deben tomar decisiones e inversiones que preserven la ventaja innovadora de Brasil y apoyen los ecosistemas naturales que permitan que su agricultura prospere hasta 2050”. Los productores de alimentos deben tener los mercados, los incentivos, el apoyo técnico y el capital necesarios para implementar buenas prácticas agrícolas y ganaderas que les permitan producir más y ser recompensados ​​por sus prácticas positivas para la naturaleza. También es necesario invertir en soluciones agrícolas digitales, robótica y automatización”, señala el informe. 

Para garantizar que el sector agrícola de Brasil siga siendo uno de los mayores graneros del mundo, los analistas han propuesto seis recomendaciones. 

El primero es el compromiso político con la seguridad alimentaria mundial, especialmente en tiempos de agitación geopolítica y sequías causadas por el cambio climático. Una parte importante de este compromiso será “asegurar que los alimentos puedan cruzar fronteras, cubriendo el comercio global y evitando ‘medidas proteccionistas’ sobre las exportaciones de alimentos. El papel de Brasil como anfitrión de la cumbre del G20 en 2024 y de la COP30 en 2025 proporcionará al país importantes plataformas para movilizar esta determinación”. 

En segundo lugar, Brasil necesitará invertir más en infraestructura como carreteras, ferrocarriles, instalaciones de almacenamiento y procesamiento, y puertos para convertirse en un exportador agrícola aún más competitivo de al menos algunos de los principales cultivos, incluida la soja.

El tercero es ampliar las prácticas de agricultura regenerativa en asociaciones entre el gobierno y los agricultores, proporcionando incentivos para la adopción de prácticas como la labranza cero, cultivos de cobertura y sistemas integrados de manejo de plagas, entre otras. 

Cuarto, la introducción de pastos subutilizados en la rotación agrícola. “Unos 28 millones de hectáreas de pastizales degradados en Brasil podrían convertirse en cultivos de cereales, por ejemplo, para aumentar la superficie cultivada sin necesidad de una mayor deforestación”, señala el informe. 

El quinto punto se refiere a la expansión de la práctica de las dobles cosechas. En las regiones tropicales que sustentan condiciones de crecimiento durante todo el año, la práctica de la doble cosecha ha ayudado a Brasil a lograr un aumento de más de cuatro veces en la producción de granos en las últimas décadas. Además, este sistema presenta un potencial único y significativo para producir alimentos con menor intensidad de carbono.

Finalmente, el sexto punto incluye el desarrollo del riego que ahorre agua, lo que será fundamental, especialmente ahora que Brasil enfrenta sequías más frecuentes debido al cambio climático. “Brasil debería priorizar la implementación y expansión de sistemas de riego eficientes en el uso del agua en regiones que puedan extraer agua de manera sostenible de fuentes subterráneas y superficiales”, dice el informe. En conclusión, se recomienda la movilización agraria estratégica de los recursos internos de Brasil, en colaboración tanto con su sector privado como con la comunidad internacional.

Fuente: Consejo Atlántico