Áreas protegidas, Humedales, cambio climático e inseguridad


Germán Robaina G.

robainag@gmail.com


Durante los trabajos que realizamos para caracterizar a la Región Marino-Costera Venezolana y tratar de identificar Áreas Potencialmente Aptas para el desarrollo Acuícola nacional (A.A.A.) se evidenció, entre otras, la gran longitud de la línea costera sujeta a figuras protectoras del ambiente (ABRAEs), la presencia de numerosos humedales que deben ser resguardados, los potenciales efectos del cambio climático sobre la línea costera nacional, y los altos niveles de inseguridad predominantes en la actualidad en las costas venezolanas, elementos que en mayor o menor grado, conjuntamente con los numerosos obstáculos burocráticos y leguleyos limitan fuertemente el desarrollo de la actividad.

ABRAEs:

Las denominadas Áreas bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE) representan una de las más importantes limitaciones para el desarrollo de la actividad acuícola en las Región Marino-Costera nacional, ya que, como es de esperarse, las más atractivas áreas para el desarrollo de la actividad se encuentran protegidas por alguna de las veintiún (21) categorías específicas de ABRAEs existentes.

Tres grupos de ABRAEs se han decretado en al país:

  • Con fines protectores, científicos, educacionales y recreativos;
  • Con fines protectores mediante usos normados, y
  • Con fines productores y geoestratégicos. 

Solo los ABRAEs pertenecientes a la primera de estas categorías persiguen fines estrictamente protectores y de conservación, y están representados en la Región Marino-Costera de Venezuela por once (11) Parques Nacionales, tres (3) Refugios de Fauna Silvestre y un (1) Santuario de Fauna Silvestre.

La categoría genérica II agrupa a diez (10) figuras de ABRAEs que tienen cierto carácter de protección a través de usos normados o regulados, como son: Reservas de Fauna Silvestre, Reservas de Biósfera, Reservas Nacionales Hidráulicas, Zonas de Interés Turístico, Zonas Protectoras de Cuencas y de Ciudades, Áreas de Protección y Recuperación Ambiental, Áreas Críticas con Prioridad de Tratamiento y Áreas de Protección de Obras Públicas. Ocho (8) de estas figuras están presentes en la zona costera del país. 

Finalmente, la categoría genérica III incluye a siete (7) figuras de ABRAE con fines productores o geoestratégicos, estando todas presentes en la zona marino-costera: Reservas Forestales, Áreas con Vocación Forestal, Zonas de Aprovechamiento Agrícola, Áreas Rurales de Desarrollo Integrado, Costas Marinas de Aguas Profundas, Zonas de Seguridad y Zonas de Seguridad Fronteriza.

De oriente a occidente los once (11) Parques Nacionales decretados en la Región Marina-Costera continental venezolana, entre el piedemonte de las serranías y el Mar Caribe y/o Atlántico, son: Mariusa en el Delta del Orinoco, Turuépano en el estado Monagas, Península de Paria, en el extremo oriental del estado Sucre, Mochima, sobre la costa de los estados Sucre y Anzoátegui en el oriente del país, Laguna de Tacarigua, en el estado Miranda, San Esteban, en las costas del estado Carabobo, Morrocoy y los Médanos de Coro, sobre las costas del estado Falcón.

De oriente a occidente los otros ABRAEs de relevancia en la línea costera nacional son el Territorio Indígena de Cangrejillo, el Territorio Indígena Muaina y la Reserva de Biosfera del Delta en el Delta del Orinoco, la Reserva Forestal Selva de Guarapiche en el estado Monagas, el Refugio de Fauna Silvestre de Cuare y la Reserva de Fauna Silvestre de Tucurere, el Refugio de Fauna Silvestre y Reserva de Pesca de Boca de Caño en el estado Falcón y el Refugio de Fauna Silvestre Ciénaga de los Olivitos en el estado Zulia.

Finalmente, en el Marco del Proyecto Fortalecimiento del Sistema de Áreas Protegidas Marino Costeras de Venezuela (APMC) se incluyen componentes orientados a incrementar la cobertura y protección a estos ambientes, así como el fortalecimiento de la gestión de las áreas existentes a través de la elaboración o actualización de los respectivos Planes de Ordenación y Reglamento de Uso, como instrumentos de planificación y gestión, por lo que en cualquier momentos pudiésemos contra con nuevas restricciones para el desarrollo acuícola.

Humedales

En la extensa franja costera continental venezolana existen diversos humedales asociados a siste­mas marinos y estuarinos. Encontrándose entre los humedales asociados a los sistemas mari­nos (subsistemas mareal e intermareal) fondos rocosos, costas rocosas, fondos no consolidados y arrecifes, mientras que entre los humedales asociados a los sistemas estuarinos (subsistemas mareal e intermareal) fondos rocosos, fondos no consolidados, arrecifes, costas rocosas, matorrales emergentes, lechos de hidrófitas flotantes o arraigadas y bosques.

Entre las lagunas más resaltantes destacan: Las Salinas, Laguna Grande y La Reina, ubicadas en la costa centro-oriental, entre Cabo Codera y Carenero en el estado Miranda. El complejo lagunar Tacarigua-Unare-Píritu, entre los estados Miranda y Anzoátegui es el conjunto de lagu­nas costeras estuarinas más importante del país. El estado Falcón tiene al menos 17 humedales costeros relevantes, bosques de manglares en lagunas y caletas, y arrecifes, asociados a sistemas marinos y estuarinos. Los bancos de arrecifes predominan en el área del Parque Nacional Mochima y Morrocoy, y los humedales ubicados en las costas de la desembocadura del lago de Maracaibo.

Aunque no todos declarados como ABRAEs, deben ser tomados muy en cuenta a la hora de seleccionar potenciales áreas para el desarrollo acuícola.

Cambio Climático

La evidencia científica indica que el calentamiento global podría provocar un aumento del nivel del mar que afectaría a los humedales costeros en numerosos países, y se predice que, para finales del siglo 21, la diferencia de temperatura de la época seca con respecto a la época lluviosa sería de +1.65 ºC, especialmente en el centro y sur del país; y la precipitación diferiría en 0.35 y 0.50 mm/día en casi todo el país.

Se estima que aproximadamente el 64 por ciento de la marisma de agua dulce, el 66 por ciento de los humedales costeros y el 61 por ciento de los humedales salobres/salinos estarían en riesgo, y algunos autores estiman que los cam­bios en el nivel del mar podrían rondar 0.5 y 1.0 metros para el año 2100, estando las cos­tas de venezolanas alta­mente expuestas a los avatares que pudie­ran derivarse de los esos cambios.

La alteración de los patrones climatológicos y la variación en los niveles del mar, tendrían grandes impactos en los ecosistemas cos­teros venezolanos y por ende en potenciales instalaciones acuícolas, ya que el deterioro, o la alteración de los mecanismos de funciona­miento y mantenimiento de los humeda­les, los hace muy susceptibles, aumentando su vulnerabilidad y afectando consecuentemente los servicios ecosistémicos, la economía y la calidad de vida de los habitantes.

Suponiendo una respuesta de precaución cero (0) y un aumento de un metro (1) en el nivel del mar, casi 6.000 km² del margen terrestre costero podría perderse, principalmente por la inundación del delta del Orinoco, mientras que las pérdidas de tierras debido a la erosión, aunque menores en comparación con la inundación, podría dañar la infraestructura y varias áreas urbanas costeras de país.

Como consecuencia de todo esto, las comunidades humanas y la infraestructura acuícola asentada en zonas sensibles, como cuencas fluviales y llanuras costeras, resultarán más vulnerables a riesgos como tormentas, inundaciones y sequías, incrementándose la incidencia de ciertas enfermedades y la reducción de la productividad acuícola.

Seguridad;

El cuarto tema en relevancia para limitar el desarrollo acuícola nacional corresponde al de seguridad.

Según reporta la Organización Nacional de Salvamento y Seguridad Marítima de los espacios Acuáticos de Venezuela (Onsa), desde la zona oriental del Lago (de Maracaibo) hasta el delta (del Orinoco) es una zona de peligro nivel cuatro y las mafias están haciendo de las suyas, por lo que exhortan a no navegar por esas aguas.

Gran porción de la línea costera nacional se ha convertido en una «guillotina» como consecuencia de los piratas, ataques armados, hurtos y robos que se dan con cierta frecuencia en algunas zonas costeras del país, muchas de ellas generando heridos y hasta muertes como la recién ocurrida en aguas del estado Zulia durante el “ataque” a una granja camaronera.

Esta institución clasifica a la región costera del país varias zonas según su nivel de peligrosidad: una zona segura, una de riesgo, una de alto riesgo y una de gran peligro, según existan o no reportes de actos violentos durante los últimos 12 meses.

En estas locaciones los tripulantes de pequeñas embarcaciones pueden ser víctimas de robos, ataques armados y amenazas, y se reveló que han tenido información de ataques por parte de piratas armados con equipos de guerra, tales como fusiles AR15 y AK47.

Onsa indica que el área comprendida entre el Parque Nacional Paria hasta Delta Amacuro, así como la zona entre los estados Nueva Esparta y Sucre son zonas fuera de control, zonas de gran peligro, y los niéveles de acción de las mafias y piratería sobrepasan los niveles de normalidad.

Entre el golfo de Venezuela y la barra del lago de Maracaibo, en el estado Zulia, se conforma una zona de alto riesgo, y en estos espacios se han reportado intentos de abordaje a las embarcaciones que se arriesgan a navegar en ellas, existiendo reportes de eventos de piratería, robo armado, acceso a áreas internas de las embarcaciones y hasta heridos leves.

Las costas de los estados Anzoátegui, Miranda, Aragua y las costas orientales de Falcón son clasificadas como zonas de riesgo, mientras que las costas el estado La Guaira, algunas del estado Falcón como el Parque Nacional Morrocoy, y las costas occidentales de Falcón son las únicas consideradas por Onsa como zonas seguras para el navegante en la región Marino-Costera continental venezolana.

Toda esta coyuntura obliga a extremar precauciones y extrapolar la situación hacia el desarrollo de actividades acuícolas, obligándonos a tener en consideración esta gran limitante a la hora de seleccionar potenciales áreas de cultivo.

La aparente indiferencia y lentitud de las gestiones gubernamentales para “facilitar” y normar el desarrollo de la maricultura nacional, la agresiva gestión del sector conservacionista en contra de la actividad, y la indiferencia de los profesionales del sector para exigir respuestas oportunas a las numerosas solicitudes existentes para logar el desarrollo de la actividad, no nos permite ser muy optimistas sobre su futuro en nuestro país a pesar de la evidente potencialidad y necesidad.

El alto gobierno tiene la última palabra, pero quizá haga falta todavía pasar un poco más de hambre.

*Mapa interactivo de Venezuela con la ubicación de los ABRAEs es cortesía de openstreetmap.org


Germán Robaina es colaborador destacado de Mundo Agropecuario

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