El cultivo del futuro requiere la polinización cruzada de la ciencia y la práctica.


Un dosel que se puede extender y retraer como el techo de un convertible para proteger las manzanas cuando llueve y ofrecerles plena luz del sol cuando el tiempo mejora: el dosel convertible es solo una de las ideas nacidas de una colaboración excepcional entre científicos, productores y responsables políticos.



Vivimos en una era de transiciones. En el futuro, pasaremos a energías más limpias y proteínas de origen vegetal y utilizaremos prácticas agrícolas y hortícolas más ecológicas. Transiciones como estas no son fáciles. A menudo requieren sistemas completamente nuevos: nuevas formas de generar energía, nuevas fuentes de proteínas y nuevos sistemas de cultivo. Estos sistemas no se desarrollan de forma aislada. A menudo, los gobiernos, las empresas y los científicos trabajan juntos para generar la innovación necesaria, como lo hacen en la Universidad e Investigación de Wageningen (WUR).

 Una variedad de expertos prácticos, desde productores hasta formuladores de políticas, aportan su experiencia a lo largo del estudio

Colaboración entre científicos y productores.
Colaboración entre científicos y productores.

Bert Lotz y sus colegas están dando pasos adelante en la colaboración entre la ciencia y la práctica. Lotz dirige el equipo de Ecología Aplicada en la WUR y dirige el proyecto ‘Groene Gewasbescherming’ (Protección Verde de Cultivos), financiado por el Ministerio de Agricultura, Naturaleza y Calidad Alimentaria (LNV). “Estamos desarrollando nuevos sistemas de cultivo que protegen de forma sostenible los cultivos contra enfermedades, plagas y malas hierbas”, explica Lotz. “Y no lo hacemos únicamente mediante el uso innovador de la naturaleza y la tecnología. Una variedad de expertos prácticos, desde agricultores hasta responsables políticos, aportan su experiencia a lo largo del estudio para garantizar que nuestros resultados se adapten perfectamente al futuro”.

Menos productos fitosanitarios

“El proyecto pretende reducir significativamente el uso de productos fitosanitarios en la agricultura y la horticultura hasta el año 2030”, afirma Lotz. Esta perspectiva a largo plazo es una de las características distintivas de este proyecto de apoyo a las políticas. El cambio a nuevas formas de proteger los cultivos contra enfermedades y plagas requiere sistemas de cultivo completamente nuevos. “Con este proyecto podemos dar grandes pasos para hacer posible una innovación de gran alcance. Nuestro objetivo es desarrollar prototipos que, tras una investigación adicional en colaboración con la industria, puedan prepararse para su aplicación práctica”.

 Con este proyecto podremos dar grandes pasos para posibilitar una innovación de gran alcance. 

La estrecha participación de los think tanks y los grupos de debate se adapta perfectamente a este enfoque. Se invita a los productores, investigadores, expertos prácticos y responsables políticos a ayudar a conceptualizar y probar soluciones. “Es una colaboración”, subraya Lotz. “Contribuyen a todos los aspectos de la solución. Los productores y expertos implicados aprenden del proyecto, pero también esperamos que utilicen sus conocimientos y experiencia para contribuir al proyecto.

Conocimiento práctico

El proyecto ‘Groene Gewasbescherming’ está compuesto por varios subproyectos, cada uno de los cuales se centra en un tipo de cultivo concreto: agricultura, cultivo de lirios, manzanos y fresas. A cada proyecto se le asignó su propio grupo de reflexión y de debate, que podía centrarse en un tipo de cultivo concreto. Lotz explica lo motivados que estaban los participantes en su aportación: “El compromiso es una de las ventajas de este enfoque. Las personas implicadas –los agricultores, las empresas que realmente necesitan ser más ecológicas– participan directamente en el proceso de innovación”.

Los think tanks y los focus groups han dado como resultado, entre otras cosas, un sistema de cultivo resiliente para las fresas.
Los think tanks y los focus groups han dado como resultado, entre otras cosas, un sistema de cultivo resiliente para las fresas.

Lotz recuerda un momento a mitad del proyecto agrícola: “Este proyecto finalmente condujo a un paquete combinado de soluciones, como la rotación inteligente de cultivos, el cultivo de variedades resistentes y la implementación de una franja de borde con plantas para insectos con una función de polinización y control de plagas. Cuando analizamos el aspecto financiero de las cosas, los productores se enfrentaron a costos más altos, mientras que no estaba seguro de si podrían cobrar tarifas más altas por sus productos”.

 El compromiso es uno de los beneficios de este enfoque. 

Pero el focus group también demostró su utilidad en esta situación. Lotz describe cómo un miembro de este grupo, representante de una organización comercial, subió al escenario y dijo: “No se preocupen, esto no es un golpe mortal para el sistema. Podemos mejorar este aspecto en un proyecto posterior”. Lotz: “Esto demuestra que todos confiaban en que había suficientes cultivadores y productores inteligentes que podrían mejorar nuestro prototipo en una etapa posterior. Creen que este paquete más económico y eficiente será una realidad. Para esta investigación, es importante que los expertos prácticos hagan su propia evaluación al respecto”.

El dosel convertible para el cultivo de manzanas

La denominada marquesina convertible es una de las soluciones más creativas del proyecto. “Se trata de un sistema de paredes y techos extensibles y automáticos que rodean un huerto. Una especie de invernadero extensible, por así decirlo. Los sensores reaccionan al entorno: si detectan tiempo lluvioso, el sistema se activa. Cuando el tiempo mejora, el sistema se repliega de nuevo”, explica Lotz. La marquesina convertible es una respuesta a los diversos desafíos a los que se enfrenta el sector del cultivo de manzanas, desde la podredumbre fúngica de la fruta debido a la humedad hasta los daños causados ​​por las tormentas de granizo. Además, ayuda a reducir el uso de productos fitosanitarios hasta en un 70%.

 Los think tanks y los grupos de debate ofrecen la libertad de reflexionar, experimentar y salirse de los caminos trillados. 

El equipo de Ecología Aplicada, dirigido por Bert Lotz, desarrolla sistemas de cultivo innovadores y sostenibles. Para ello, se apoya en las aportaciones de expertos del ámbito práctico, desde productores hasta responsables políticos. Estos denominados think tanks y focus groups han dado lugar, entre otras cosas, al diseño de un sistema de cultivo resistente para las fresas.

Los think tanks y focus groups ofrecen la libertad de pensar, experimentar y salirse de los caminos trillados. La idea del tejado convertible surgió de un debate lúdico entre los investigadores y los expertos prácticos. “Si quieres proteger tus manzanas de la humedad, necesitas un tejado. Al mismo tiempo, las manzanas necesitan luz solar para desarrollar su atractivo color. Además, la falta de ventilación puede provocar moho. ¿Qué pasaría si tuvieras un tejado que pudieras extender y retraer a voluntad?”

Lirios y fresas cultivados en invernadero

Para el cambio a la lucha biológica contra las plagas en el sector de la fresa, también se necesitaba una solución inteligente. En este nuevo enfoque, las fresas se cultivan en invernaderos donde se combaten las plagas con otros insectos. “Estos útiles insectos depredadores deben poder encontrar presas incluso cuando no hay plagas”, explica Lotz. “Durante una de las sesiones, un experto sugirió crear rincones cómodos para ellos en el invernadero. En estos rincones se encuentran las llamadas ‘plantas banquero’, donde habitan pulgones que no son perjudiciales para el cultivo. Los insectos depredadores prosperan en estas plantas, donde pueden descansar y reproducirse. En cuanto aparece una plaga, los productores tienen un ejército saludable listo para desplegarse”.

Las plantas banqueras son el hogar de pulgones que no son dañinos para el cultivo.
Las plantas banqueras son el hogar de pulgones que no son dañinos para el cultivo.

El sector del cultivo de lirios también buscaba soluciones innovadoras y ecológicas. El cultivo convencional de lirios se basa en el ciclo de cuatro años en el que se multiplican los bulbos. Todo esto se hace en tierra al aire libre, donde los bulbos son susceptibles a virus y hongos. Para producir suficientes bulbos nuevos a pesar de estos riesgos, los cultivadores utilizan insecticidas y fungicidas. “El grupo de expertos vio el atractivo de trasladar el cultivo de bulbos a invernaderos, donde este proceso podría realizarse de forma segura y limpia, sin necesidad de productos fitosanitarios. La idea fue un éxito. Después de un año en el invernadero, el bulbo libre de virus puede trasladarse al campo, donde se cultiva durante otro año”. Como los bulbos no sufren ningún virus, el cultivador no necesita utilizar productos fitosanitarios contra los insectos que normalmente transmiten esos virus.

Compromiso libre y motivado

Además de su entusiasmo y creatividad, los expertos y los responsables políticos implicados también tienen un ojo crítico. Al fin y al cabo, ¿quién mejor que los expertos prácticos para evaluar el potencial de un prototipo? “El proyecto de los lirios es un excelente ejemplo de la función de evaluación de los grupos de discusión”, explica Lotz. Los bulbos cultivados en el invernadero variaban demasiado en tamaño y forma. “Todavía no habíamos llegado a ese punto, dijeron los productores. Al fin y al cabo, la verdadera ambición del proyecto era obtener un resultado con potencial de mercado”.

El proyecto de lirios bajo el paraguas de Lotz y su equipo ahora llegará a su fin. “Pero este no es el final del camino. La idea sigue viva y estamos buscando una nueva colaboración con la industria para continuar la investigación. Hay más por descubrir en este área”.

 De este modo, la práctica y la investigación se entrelazan estrechamente, incluso cuando se trata de innovaciones más audaces. 

Al describir el ambiente que reina en los centros de investigación y en los grupos de debate, Lotz vuelve una y otra vez a la palabra “necesidad”. Tanto los científicos como los expertos prácticos saben que la protección de los cultivos tiene que volverse más ecológica. También existe una clara conciencia de que muchos productos fitosanitarios desaparecerán en los próximos años. “Este proyecto invita a los implicados a pensar en formas de seguir cultivando en el futuro, en un ambiente confidencial y seguro. Y sin duda lo aprovechan. En casi todos los proyectos, los científicos se dan cuenta de que, aunque ellos mismos se muestran cautelosos, los agricultores y los responsables políticos dicen: se nos acaba el tiempo, ¡sigamos adelante!”

De esta manera, la práctica y la investigación se entrelazan estrechamente, incluso cuando se trata de innovaciones más audaces. “Esta forma de investigación ofrece perspectivas para el futuro. Esa perspectiva nos libera de los problemas del día a día y nos motiva a trabajar verdaderamente en pos de la innovación”.