Interfase atmósfera-litósfera, la riqueza nutritiva de los suelos y los fertilizantes.


Pedro Raúl Solórzano Peraza


La interfase atmósfera-litósfera está acompañada de la hidrósfera y la biósfera, las cuales en conjunto son promotoras de la formación de los suelos. La pedogénesis (formación del suelo) comienza con la meteorización de rocas y minerales de la litósfera, sobre los cuales actúan la atmósfera, la hidrósfera y la biósfera; estas fases, junto con el clima, el relieve y el tiempo, completan los factores formadores de suelos y promueven el desarrollo de una serie de procesos que conducen a la definición final de los suelos.

En esta interfase atmósfera-litósfera-hidrósfera, se encuentra entonces todo lo necesario para que exista la vida en nuestro planeta. La litósfera contribuye con rocas y minerales esenciales para la vida de los seres vivos. La atmósfera aporta los gases necesarios para mantener una temperatura adecuada para la supervivencia debido al efecto invernadero que causan, y además, es fuente de oxígeno (O2) dióxido de carbono (CO2), nitrógeno (N2) y otros gases en menor concentración. La hidrósfera representa el agua, fuente de hidrógeno (H) e indispensable en la formación de los tejidos de los seres vivos, y fundamental para que ocurran una serie de reacciones que van a representar procesos formadores de suelos. En medio de esta interfase se desarrolla la biósfera, representada por la vida en la tierra.

El inicio de la pedogénesis es la meteorización química de los minerales, que luego es ayudada por los procesos biológicos debido a la invasión de líquenes y musgos asociados con algas, hongos y bacterias, cuyos segregados contribuyen en la descomposición de los minerales y en la liberación de sus componentes, incluyendo los nutrientes, esenciales para plantas y animales. Luego viene la invasión de macroorganismos, se comienzan a establecer plantas superiores y una variada fauna de herbívoros y carnívoros, incluyendo animales que viven en el suelo como es el caso de las lombrices que favorecen la aireación del suelo y convierten residuos orgánicos en humus.

El suelo es, consecuentemente, un cuerpo natural donde los nutrientes esenciales para la vida provienen de la naturaleza. El fósforo no es sintetizado por el hombre ya que deriva de las apatitas; el potasio tampoco es sintetizado por el hombre, deriva de varios minerales potásicos como micas y feldespatos, y entre otros, de la silvita que se acumula en yacimientos. El nitrógeno proviene del aire, de la atmósfera, y para convertirse en nutriente es fijado al suelo, principalmente por procesos biológicos, y tiene que mineralizarse para ser aprovechado por las plantas. El hombre copió a los microorganismos fijadores de N2 del aire y desarrolló métodos para también fijar el nitrógeno atmosférico y producir fertilizantes y otros productos. El hombre no sintetiza ningún nutriente esencial, son productos de la naturaleza.

Por ser cuerpos naturales, los suelos tienen una gran variabilidad espacial en el paisaje, pueden ser ricos o pobres en nutrientes dependiendo, entre otros factores, de la riqueza en minerales de la roca madre. De esta manera, en cada sistema se establecerán plantas que requieren o toleran sus condiciones de clima y riqueza nutritiva, y se formarán hábitats diferentes, como por ejemplo bosques y sabanas. En cada uno se desarrollará una determinada diversidad de plantas y se establecerá una fauna que requieran esas condiciones.

Esos hábitats en su condición natural están en equilibrio; hay una población de las especies presentes tanto animales como vegetales, hay un aprovechamiento del agua disponible, un reciclaje de nutrientes, y otros factores que mantienen ese equilibrio. Cuando esos hábitats se intervienen para un determinado uso, especialmente para la agricultura, se rompe el equilibrio natural. Se comienzan a establecer cultivos y a retirar cosechas que extraen elevadas cantidades de nutrientes y el suelo se va empobreciendo, lo que causa que los rendimientos de las futuras cosechas sean cada vez menores por deficiente nutrición de las plantas.

Cuando el suelo es originalmente pobre o se empobrece en nutrientes por causa de su uso en agricultura, la naturaleza no tiene la capacidad para regenerarlo en el corto o mediano plazo para que pueda producir rendimientos aceptables en cosechas sucesivas. En esta situación, recuperar buenas condiciones de fertilidad en cuanto al suministro de nutrientes esenciales para las plantas, tiene que ser por medio de programas eficientes y racionales de fertilización, en los cuales se deben aplicar las opciones que sean posibles en cada sistema suelo-planta-clima, opciones que son: aplicación de fertilizantes químicos o sintéticos, aplicación de fertilizantes orgánicos, fertirrigación, fertilización foliar, y fertilización biológica.

En este grupo de opciones, los nutrientes en los fertilizantes químicos o sintéticos, que como ya hemos visto son productos que existen en la naturaleza y se reciclan en forma de fertilizantes, su aplicación favorece a las plantas cultivadas, a la vegetación que se desarrolla de la gran cantidad de semillas que va quedando en el suelo para mantener la biodiversidad, a los microorganismos del suelo que requieren estos nutrientes esenciales para incrementar sus poblaciones y sus actividades en pro del crecimiento vegetal. Así podemos apreciar las bondades de los fertilizantes químicos, que como fue mencionado anteriormente, con programas de fertilización racionales y eficientes, van a mejorar la vida del suelo, van a promover rendimientos adecuados de los cultivos y tendrán un mínimo efecto negativo sobre el ambiente, de fácil recuperación en el corto y mediano plazo.


Pedro Raúl Solórzano Peraza es colaborador destacado de Mundo Agropecuario

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