Los científicos examinan las narices de las orugas de la col para buscar estrategias de biocontrol


Las orugas de la mariposa blanca, o polillas de la col como se les llama, son capaces de consumir grandes cantidades de material vegetal en poco tiempo y causar graves daños a la cosecha de col. Sin embargo, para alimentarse de forma segura en ambientes hostiles, utilizan activamente sus antenas para escanear, y esto puede usarse para desarrollar estrategias de control sin pesticidas.


Investigadores de la Universidad de Wageningen han descubierto que la diminuta “nariz” de la oruga blanca de la col está sorprendentemente desarrollada. La “nariz” de una oruga de mariposa ( Pieris rassicae ) tiene sólo 34 neuronas, mientras que el mismo insecto tiene unas 300.000 neuronas cuando alcanza la etapa de mariposa adulta. Sin embargo, el funcionamiento del órgano y la forma en que el cerebro procesa la información son tan complejos como en una mariposa adulta”, afirma el entomólogo Alexander Haverkamp. 

La superficie de las neuronas implicadas en el sentido del olfato está recubierta de proteínas especiales conocidas como proteínas receptoras olfativas. Estas moléculas se unen a sustancias químicas del medio ambiente. Luego, los receptores desencadenan un impulso eléctrico que se envía al lóbulo antenal, un área del cerebro que determina la identidad de los olores.

El lóbulo antenal está formado por pequeños compartimentos (glomérulos) que se conectan con otras células cerebrales que ayudan a reconocer un olor complejo, como el de una flor o una hoja. 

“Esto permite a las orugas captar muchos olores diferentes en su entorno, aumentando sus posibilidades de supervivencia, ya que las orugas viven en un entorno extremadamente hostil, rodeadas de depredadores y sustancias tóxicas, incluidos pesticidas. Y dado que las claras de repollo se alimentan de plantas de repollo, para ello es muy importante tener un sentido del olfato bien desarrollado. Las orugas, al igual que las mariposas, también deben poder reconocer con precisión determinados olores», explica Haverkamp. 

Saber cómo las orugas de la polilla de la col detectan su entorno permite cambiar el comportamiento de los insectos. De esta forma se pueden proteger los cultivos sin necesidad de insecticidas agroquímicos

El comportamiento de las orugas puede verse influenciado por el cultivo de plantas con un olor desagradable para las claras de repollo entre plantaciones de repollo. Combinado con la presencia de plantas trampa favorecidas por las orugas, las plagas pueden desviarse del cultivo principal. 

La investigación sobre el órgano olfativo de la col blanca todavía está en curso. “Comenzamos estudiando las funciones ecológicas de los genes de los receptores olfativos, que contienen información genética sobre las moléculas de los receptores olfativos. Esperamos que esto nos proporcione más información sobre qué sustancias químicas hacen que las moléculas receptoras reaccionen y qué mensaje transmiten a las orugas”, concluye Haverkamp. 

Fuente y foto: Universidad de Wageningen.