Guía sobre los diferentes tipos de cultivos de cobertura


Los cultivos de cobertura son plantas que se siembran en el campo con diferentes propósitos, pero la gran mayoría de ellas no dan frutos, salvo especies como el maíz o trigo sarraceno. Normalmente, los motivos principales para plantar estos cultivos es proteger al cultivo primario (aquel que se planta para obtener beneficios) y/o proteger el suelo de la acción de diferentes agentes, como el viento o la maleza, al tiempo que mantienen la humedad y sirven de mantillo.

La elección de un cultivo de cobertura para la agricultura depende de diferentes parámetros como la estación o el cultivo primario al que acompañará y pueden plantarse de forma uniforme o por hileras. Los cultivos de cobertura más comunes son leguminosas, seguidas de gramíneas. Utilizar un tipo u otro, por lo general, implica resultados diferentes.

Tipos de cultivos de cobertura

Dependiendo de su uso y propiedades, existen 3 tipos: leguminosas, gramíneas y no leguminosas de hoja ancha.

En el caso de las leguminosas, su función principal es la de enriquecer el suelo con nitrógeno y fijarlo al suelo para que éste no se pierda. Hay leguminosas de diferentes tamaños, que pueden fijar más o menos nitrógeno, por lo que es importante escoger una variedad que pueda gestionar bien la demanda de nitrógeno del cultivo primario. Otro aspecto positivo de las leguminosas es su capacidad para evitar la compactación del suelo.

Las plantas no leguminosas de hoja ancha cumplen una función similar a la de las leguminosas respecto al nitrógeno del suelo y, además, sirven como mantillo para el cultivo primario. Al tener hojas de gran tamaño, son ideales para luchar contra las malas hierbas, ya que privan a estas de luz solar, necesaria para la fotosíntesis. Por sus características, en invierno suelen morir.

Finalmente, las gramíneas crecen con mucha rapidez y el residuo que generan no solo sirve como mantillo, sino que puede ser eliminado con facilidad si se genera demasiado. Aunque también fijan el nitrógeno al suelo, son incapaces de hacerlo con el nitrógeno presente en el aire; sin embargo, su fibroso sistema de raíces combate mejor la erosión que los 2 tipos mencionados anteriormente. Muchas de las plantas de este tipo pueden ser comercializadas para consumo, como el trigo, el maíz, la avena o la cebada.

¿Qué tipo de cultivo de cobertura hay que plantar?

Antes de poder plantar cualquier tipo de cultivo de cobertura, conviene pensar en cuáles serán las necesidades del campo. El primer punto a tener en cuenta es la temporada en la que se va a plantar. Los guisantes y el trigo de invierno funcionarán mejor en invierno, mientras que la soja es mejor plantarla durante la temporada estival. El segundo punto es conocer que cultivo se plantará junto a o después del cultivo de cobertura. Por ejemplo, si se planea plantar un cultivo de alto rendimiento (utilizará mayor cantidad de nutrientes) lo idóneo es que le precede un cultivo de leguminosas. No todas las combinaciones son posibles, el centeno de invierno no funciona con las brassicas, debido a las propiedades de los residuos del cultivo de cobertura, que al descomponerse generan sustancias tóxicas para este cultivo primario.

Otro aspecto a mirar es el tiempo que necesita dicho cultivo de cobertura para crecer, idealmente sin que llegue a producir y esparcir sus semillas. Una vez llegado a ese punto, es necesario matar la planta para que no consuma ningún recurso de más del suelo y su materia sirva como mantillo, ayudando al crecimiento del cultivo primario. En función del periodo de tiempo que queramos mantener dicho cultivo de cobertura, es posible realizar diferentes combinaciones, como una leguminosa y una gramínea para largos periodos de tiempo o cultivos de crecimiento rápido para periodos más cortos.

Al plantar un cultivo de cobertura, también es importante saber cuál es el método necesario para eliminarlo una vez que ya no resulte útil. Entre las opciones más comunes están segar y desherbar. En el caso de la primera opción, hay que tener en cuenta que algunos cultivos no mueren con la siega y se regeneran, por lo que este método resulta inservible.

Otro punto clave es que diferentes tipos de cultivos tienen diferentes tiempos de descomposición. Si se planea plantar semillas después de eliminar el cultivo de cobertura, éste último debe ser un cultivo tierno y de fácil eliminación. Si, por el contrario, la idea es que el cultivo de cobertura muerto sirva como mantillo para las plantas nuevas, es mejor optar por cultivos ricos en carbono, como la avena.

Teniendo en cuenta estos diferentes aspectos, es posible elegir el mejor tipo de cultivo de cobertura para su campo, atendiendo a las necesidades específicas del cultivo primario seleccionado.