Sobre el cultivo de peces a medias


Germán Robaina G.

robainag@gmail.com


En la ganadería tradicional es frecuente la cría de ganado vacuno “a medias”, también conocido como un contrato “de aparcería”, o de “valor y mitad”, que consiste en que un granjero entrega su ganado a otro para que lo críe y/o reproduzca, repartiéndose al final de la jornada los beneficios obtenidos entre los dos.

Bajo la legislación colombiana, la aparcería se define como “un contrato mediante el cual una parte que se denomina propietario acuerda con otra que se llama aparcero, explotar en mutua colaboración un fundo rural con el fin de repartirse entre sí las utilidades que resulten de la explotación”.

Así, la forma de trabajo de aparcería consiste en la entrega de parte de los beneficios obtenidos a partir del empleo de la fuerza de trabajo de una determinada unidad de producción, sobre un bien entregado por otro interesado.

Este tipo de intercambio ocurre normalmente en la agricultura y la actividad pecuaria.

En el primero de los casos, una parte proporciona tierra y abono, y la otra aporta su tierra y su fuerza de trabajo. La ganancia obtenida tras aplicar esta fuerza sobre la tierra y el abono será repartida entre ambas partes en determinada proporción preestablecida entre ellas.

En el caso de la actividad pecuaria, un productor aporta un lote de ganado vacuno, y la otra aporta sus tierras, pastizales y fuerza de trabajo para el engorde y/o reproducción de los ejemplares, acordando las partes repartirse las ganancias a medias, previa deducción del peso inicial del ganado aportado (valor).

Aunque hay diversas formas de valorar esta actividad (valor inicial, edad o peso en kilos), la más común es la de peso en kg, (repartición de biomasa).

Con el fin de hacer más justo, equitativo y seguro el acuerdo a firmar, se recomienda la firma de un contrato en el que se establezcan aquellas cláusulas que dejen en claro el tiempo del convenio, el porcentaje preestablecido para la repartición de los beneficios, y hasta que porcentaje racional, el inversionista pierde el costo inicial de las muertes y el tenedor los costos invertidos en su manejo.

Dos variantes o adaptaciones a esta modalidad de cría hemos realizado en las actividades piscícolas desarrolladas en nuestra Finca.

1.- Producción a medias retribuyendo al inversionista con un porcentaje en dinero preestablecido entre las partes al final de cada ciclo de producción.

2.- La entrega de una fracción de la biomasa generada de acuerdo con la participación “accionaria” de cada socio en el ciclo de producción.

En el primero de ellos, el dueño de la unidad de producción recibe fondos para ayudarse a costear las diferentes etapas de producción, y asume prácticamente la totalidad de los riesgos y responsabilidades del ciclo productivo.

En el segundo de los casos, un productor inversor financia la adquisición de los alevines y alimentos requeridos para desarrollar un ciclo de cultivo (oscila para la tilapia entre un 50 y 60% de los costos), y al finalizar este, se distribuyen las ganancias (en biomasa o dinero tras su venta) según los porcentajes preestablecidos.

En momentos en los que muchos piscicultores del país ven amenazada la continuidad de sus actividades ante los elevados costos de producción, estas alternativas pueden representar un gran alivio y evitar la paralización de actividades.

Por otra parte, no es falso la existencia de numerosas personas de elevado poder adquisitivo y solvencia económica que pudieran estar interesados en participar en estas actividades de producción piscícola a cambio de beneficios que no se logran tan fácilmente en otras actividades en tan corto tiempo, o interesados en la obtención de biomasa pesquera para su procesamiento industrial que les resultaría bastante más costosa adquirirla en los mercados tradicionales.

En fin, una mano lava la otra, y entre las dos se pueden generar beneficios para ambas partes.

Ilustración: economipedia.com


Germán Robaina es colaborador destacado de Mundo Agropecuario

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