Tecnología y cuentas claras ayudarían a apicultores a ser más competitivos: Colombia



Un estudio realizado con apicultores de Cundinamarca demostró que el conocimiento aplicado en esta actividad está asociado con las maquinarias y las herramientas, pero se debe fortalecer en registros técnicos y contables de la unidad productiva, metodologías conocidas como tecnologías blandas.



El zootecnista Rodrigo Chaves Ladino, magíster en Gestión y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), menciona que “el trabajo realizado con 16 integrantes de la Asociación de Apicultores Ambientalistas, ubicados en diferentes zonas de Cundinamarca, permitió desarrollar un instrumento de medición para determinar cuál era el nivel tecnológico empleado”.

Así, identificó que las tecnologías generales y las de producción de polen son las que presentan más falencias, mientras en las de producción de miel los niveles fueron aceptables.

“La mayor debilidad identificada está en las tecnologías blandas, es decir que el problema no radica en las herramientas y la maquinaria a la que tienen acceso los apicultores, sino en el uso que se les da a estas”, afirma el magíster.

En Colombia, la miel y el polen tienen mayor importancia productiva en este sector; su rendimiento por colmena al año está entre 19 y 35 kg, y en el país la producción ha ido en aumento, al pasar de 80 a 280 toneladas entre 2009 y 2015.

No obstante, a pesar de las condiciones medioambientales del país para desarrollar el sector apícola, este no ha logrado destacarse y su aporte al PIB del sector agro es muy bajo.

Colmenas mejor cuidadas son más productivas

Teniendo en cuenta las recomendaciones del Manual técnico de apicultura (SAG, 2015), que aborda los diferentes aspectos sobre cómo se deben llevar las prácticas en este sector, el magíster determinó que “por ejemplo, el documento indica que hay que revisar las colmenas cada ocho días, pero al contrastar con los datos reportados por lo apicultores, esta actividad se estaba realizando cada 15 días o más, lo que conlleva problemas en el producto”.

“En posible que para conseguir mayores niveles tecnológicos sea necesaria una mejor gestión tecnológica, enfocada en procesos que afecten positivamente la higiene, inocuidad y la trazabilidad –y no tanto en obtener herramientas y maquinaria–, que repercutan en un sistema productivo exitoso”, asegura el investigador.

Señala además que “los indicadores de mayor nivel tecnológico en la producción de miel de abejas son tener centrífuga propia –y que esta sea acero inoxidable–, lo mismo que llevar registros técnicos y contables como cuánto gasté, cuándo vendí, cuánto me queda, cuánto estoy pagando de mano de obra; estos registros no se llevan hoy, y son sumamente importantes”.

Por su parte, en la producción de polen de abejas dichos indicadores se centran en hacer desinfección de la canasta recolectora, tener un secador de polen y, al igual que para la producción de miel de abejas, es recomendable llevar registros técnicos y contables.

Entre las sugerencias de la investigación para mejorar la productividad y la competitividad está potenciar la utilización de tecnología de manera asociativa.

Los casos de los productores exitosos sugieren que los modelos asociativos más sólidos –en los que se compartan activos fijos o se tercericen procesos a actores especializados– podrían mejorar los indicadores tanto de gestión tecnológica como de productividad y de competitividad empresarial.

Aunque los niveles tecnológicos altos están muy relacionados con una buena productividad y competitividad, en Cundinamarca este nivel tiene bastantes deficiencias, de ahí que este trabajo sea un importante aporte al sector apícola nacional y de la región, el cual viene realizando una gran apuesta por ser cada vez más competitivo.