Material genético, herramienta poderosa ante robo de ganado


El abigeato, una modalidad de robo de ganado, se ha convertido en un persistente dolor de cabeza para los ganaderos del país, y es uno de los problemas de seguridad más frecuentes. En estos casos, las técnicas de análisis y secuenciación genética son herramientas que permiten escudriñar los genes de cada animal para abordar casos de maltrato y robo.



Colombia tiene una tradición ganadera de gran trayectoria que desempeña un papel importante en la economía y seguridad alimentaria del país. Sin embargo, el robo de animales, el maltrato y prácticas fraudulentas como el tráfico de carne, afectan el bolsillo de los productores.

La Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegan) ha denunciado que el robo de ganado es un negocio que opera en Colombia. En 2022 se registró el hurto de 1.350 cabezas, y en solo dos meses de 2023 ya se alertaban 322 casos.

En la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), el grupo de investigación Control Genético en Salud Animal trabaja minuciosamente con herramientas genéticas para buscar un mejor desarrollo en salud, y también para garantizar una mejor producción animal. Con el tiempo encontraron que, al aplicar ciencia forense, se recopila evidencia para resolver casos de negligencia, robos, y además maltrato animal.

Durante la celebración de los 30 años del Instituto de Genética (IGUN), el profesor Jimmy Jolman Vargas Duarte, líder del grupo de investigación, explicó que “en el caso de los animales, la huella o los ‘perfiles genéticos’ son la única opción que no se puede adulterar y que arroja información precisa sobre la identidad del animal”.

Las marquillas que contienen información sobre un individuo se pueden alterar. Foto: Nicol Torres, Unimedios.

“Existen diferentes sistemas, como los de identificación no biométrica, es decir que no está directamente relacionada con rasgos físicos o fisiológicos. Ejemplo de ello son las etiquetas o números que se les pone a los animales para identificarlos. Sin embargo, esta opción junto con otros dispositivos se puede adulterar”.

Un caso muy particular fue el propicio para poner a prueba las bondades de los análisis genéticos: en San Antonio del Tequendama (Cundinamarca), dos vacas idénticas, pero de diferente dueño, tuvieron su cría al mismo tiempo y una de las criaturas murió, entonces el propietario de la vaca a la cual se le murió la cría, la cambió por la que sobrevivió.

El caso llegó a la inspección de Policía y los agentes enviaron las respectivas muestras al laboratorio. Tras analizar el ADN, el profesor comprobó que hubo un intercambio. Y así como en este caso, estas técnicas también se han utilizado para analizar tejidos en la carne, pues ese perfil genético no se puede alterar, como reitera el docente.

Aunque con el paso del tiempo se han desarrollado diferentes herramientas de identificación genética como los microsatélites (secuencias cortas de ADN), durante el evento los expertos señalaron que hace falta mayor formación de profesionales en este campo.

“Lo primero que hay que hacer es aprender a manejar los escenarios en donde se adelantaron estos procesos y darle un buen manejo a la información recopilada”, precisó el profesor.

Para mejorar el trabajo en estos casos se propuso crear una base de datos genética de los animales, para facilitar la identificación de aquellos maltratados y vincular a los posibles responsables. Esta iniciativa sería clave, máxime si se puede colaborar con instituciones nacionales e internacionales para fortalecer la investigación en ciencias forenses veterinarias.