Identificados árboles sobresalientes de cacao de alta calidad ecuatoriano


Un estudio realizado por científicos de la Universidad Técnica Estatal de Quevedo (Ecuador) y la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) con 2.222 muestras, permitió identificar 111 (5 %) de los mejores árboles por rendimiento y tolerancia a enfermedades, lo que representa un avance significativo para el cultivo de cacao fino de sabor y aroma en ese país, líder mundial en su producción.



Con alrededor de 500.000 hectáreas cultivadas, Ecuador es el primer productor del mundo de cacao fino de aroma Theobroma cacao L. variedad Nacional, relevante en su producto interno bruto (PIB) y para las más de 600.000 personas que dependen directa e indirectamente de su producción.

Pese a ese optimista escenario, algunos agricultores ecuatorianos enfrentan el dilema de dedicarse o no a su cultivo, ya que el Nacional no siempre se paga al mismo precio que el comercial, conocido como Colección Castro Naranjal (CCN-51), una variedad que se cultiva para la industria del chocolate de calidad comercial.

De otra parte, aunque los diferentes programas del Gobierno ecuatoriano priorizan las investigaciones enfocadas en el aumento de la productividad del cacao fino de aroma, algunas limitantes técnicas y la errónea identificación de los materiales de siembra han obstaculizado el progreso en este campo.

La investigación de Mercedes Susana Carranza Patiño, doctora en Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Palmira, se centró en superar estas barreras, para lo cual evaluó datos de 8 años relacionados con rendimiento y estado sanitario de 2.222 plantas de cacao Nacional, material genético cultivado en el Banco de Germoplasma del Centro de Cacao de Aroma Tenguel.

El trabajo le permitió identificar a la “élite”, compuesta por alrededor de 111 árboles altamente productivos, correspondientes al 5 % del total analizado, con características contrastantes en cuanto a productividad y resistencia a enfermedades como la escoba de bruja y la monilia, lo que representa un avance significativo para este cultivo en ese país.

A través de técnicas de análisis molecular, los árboles se reunieron en 9 grupos según sus características distintivas, así: L17H38, L21H38, L30H46, L49H4, L53H4, L18H58, L42H80, L10H28 y L17H38, lo que abre las puertas a futuras investigaciones para secuenciar y ubicar los genes que confieren las ventajas.

La investigadora considera que “la variedad genética encontrada en los materiales superiores es muy interesante y se podría utilizar para mejorar el cacao ecuatoriano”.

Además, el académico Jaime Eduardo Muñoz Flórez, director del Grupo de Investigación Diversidad Biológica, uno de los directores de este trabajo, agrega que “la atención de estos tipos de cacao es muy similar a la que se da en Tumaco por aroma y calidad”.

Los resultados son muy importantes para los programas de mejoramiento genético del cacao nacional en Ecuador y hoy se están empleando en la propagación clonal mediante injertos en el vivero de la Universidad Técnica Estatal de Quevedo (UTEQ). Esto representa un importante avance en la conservación y mejora de esta variedad de cacao, ampliamente reconocida por su aroma y sabor especial.

“Arriba”, el cacao ecuatoriano

Desde la época colonial, el cacao nacional de Ecuador, distinguido como “Arriba”, ha sido reconocido internacionalmente por su aroma y sabor especial.

La investigadora menciona que, “hacia 1910 este producto era considerado uniforme y de alta calidad, con un proceso de fermentación de solo 24 horas. Sin embargo, el abandono de miles de hectáreas debido a las devastadoras enfermedades que afectaron el cultivo provocó un cambio en la dinámica de producción”.

“Así se dio paso a la sustitución de los cacaotales tipo Nacional por híbridos de tipo Trinitario y el clon CCN-51, este último con características aparentemente resistentes a enfermedades, pero que con el tiempo ha visto afectada la calidad de las poblaciones existentes”.

La investigadora ecuatoriana, subdecana de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UTEQ, realizó esta investigación como parte de su trabajo doctoral en Ciencias Agrarias en la UNAL, que contó con el apoyo de la UTEQ y del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).