Germán Robaina
El potencial que Venezuela posee para el desarrollo de actividades acuícolas es muy elevado, gracias a una serie de factores que de una u otra forma las favorecen, tales como su ubicación geográfica envidiable que le permite el éxito de la comercialización internacional de los productos con mejores ventajas competitivas que nuestros países vecinos.
La existencia de numerosos cuerpos de agua que permitirían desarrollar diferentes modalidades de acuicultura a todo lo largo de su geografía, diferentes especies de elevado potencial y gran demanda local, nacional e internacional, la existencia de un clima ideal prácticamente durante todo el año, y gran cantidad de productores nacionales y extranjeros esperando un marco institucional idóneo y claro para invertir en la actividad, al minimizarse los riesgos son seguramente las más importantes.
Por otra parte, la Ley de Pesca y Acuicultura, contempla a la actividad acuícola como una de las más convenientes alternativas para la producción de proteínas de origen acuático en armonía con el ambiente, mientras que FAO considera a la piscicultura como la actividad agro-productiva de mayor potencial y productividad por unidad de superficie, superando con creces a las cifras de producción obtenidas con la avicultura, la ganadería, la porcicultura, etc.
Para nuestro país, las tilapias representan una de las especies con mayor potencial para su desarrollo acuícola con menos dependencia a utilizar aceites y harinas de origen pesquero para satisfacer sus requerimientos alimentarios, ya que tan solo un 2% de sus requerimientos nutricionales, corresponden a productos de origen pesquero.
Su elevado potencial de producción, la posibilidad de ser cultivada en gran parte del territorio nacional, el dominio de las tecnologías requeridas, su aceptación en los mercados, su bajo precio en comparación con otras especies de peces, y la posibilidad de formularle alimentos a partir de productos vegetales y desechos animales provenientes de otras práctica agropecuarias nacionales, las posicionan cada día más como la especie con mayor potencial para la generación de alimentos de origen pesquero de elevado valor nutricional que reclama el país.
En su medio ambiente natural (África, Egipto, etc.), la tilapia habita en una gran diversidad de cuerpos de agua (arroyos, ríos, lagos, lagunas y lagunas costeras) e incluso en hábitats marinos, y muestran una gran preferencia por aguas de escasa corriente (lenticas) y aguas costeras poca profundidad, refugiándose en márgenes de pantanos y riberas entre las raíces de las plantas acuáticas y piedras.
Los datos sobre requerimientos ambientales, preferencias y niveles óptimos para el cultivo de tilapias son un poco confusos, especialmente por provenir ellos de información perteneciente a las diferentes especies existentes. Mientras un autor cita un rango de temperatura, salinidad y amonio, por ejemplo, otro cita otros valores como rangos óptimos para su producción.
Para lograr un adecuado bienestar ambiental durante todo el proceso de cultivo, la tilapia requiere estar libres de hambre, incomodidad, dolor, lesiones, enfermedades, miedo y angustia, así como la libertad de expresar un comportamiento normal.
Entre los principales factores ambientales identificados como relevantes para maximizar el bienestar de los ejemplares sometidos a confinamiento.
Las tilapias son especies aptas para la cría en zonas tropicales y subtropicales. Debido a su naturaleza híbrida (tilapia roja), se adapta con gran facilidad a ambientes lénticos (aguas poco estancadas), estanques, lagunas, reservorios y en general a medios confinados.
Agua
Se considera la clave para evaluar la posibilidad de establecer un proyecto acuícola, debiéndose tomar en cuenta tanto la calidad como la cantidad del agua disponible.
Bajo el término calidad del agua se enfoca no solo los parámetros bioquímicos, sino también otros relacionados con pureza que requieren los peces para crecer en condiciones óptimas.
Con cantidad de agua nos referimos al caudal mínimo requerido para abastecer y poner en funcionamiento nuestras instalaciones. Esta debe aforarse (medirse) a lo largo del año (meses secos y lluviosos), para determinar lo más exacto posible el caudal disponible.
Estos datos determinaran la biomasa que puede soportas el sistema y permitirá dimensionar sus dimensiones, la intensidad de la explotación que se proyecta, y si fuera el caso, las estrategias requeridas para garantizar el adecuado desarrollo de la actividad.
Aunque reconocemos la influencia de muchos otros parámetros, según Fedeacua (2017), la suma de los puntajes asignados a la temperatura, el pH, el nivel de oxígeno disuelto, el amonio, la alcalinidad, la turbidez y los cloruros determinan en gran medida el grado de calidad del agua a utilizar, pudiendo ser considerada como optima (16 a 17 puntos), aceptable (10 a 16 puntos) o mala (1 a 10 puntos). Según la siguiente tabla:
Temperatura.
En los peces la temperatura corporal depende de la temperatura del medio y suelen ser altamente termófilos (dependientes y sensibles a los cambios de la temperatura).
El rango óptimo de temperatura para la cría de tilapias fluctúa entre los 20,2 y 31,7°C, con un punto óptimo establecido en 26°C para la tilapia nilótica.
Los cambios de temperatura afectan directamente la tasa metabólica, mientras mayor sea la temperatura, mayor ésta será, y, por ende, mayor consumo de oxígeno. Grandes variaciones de temperatura entre el día y la noche deben ser tomados muy en cuenta para tomar las previsiones correspondientes.
pH.
Su rango óptimo está entre 6.5 a 8.0. Valores por encima o por debajo causan cambios de comportamiento en los peces como letargia, inapetencia, disminuyen y retrasan la reproducción y disminuyen el crecimiento.
Valores de pH cercanos a 5 producen mortandad por fallas respiratorias en un período de 3 a 5 horas, además causan pérdidas de pigmentación e incremento en la secreción de mucus.
Cuando se presentan niveles de pH ácidos el ion Fe++ se vuelve soluble afectando los arcos branquiales y disminuyendo los procesos de respiración, causando la muerte por anoxia (asfixia por falta de oxígeno).
El pH en el agua fluctúa en un ciclo diurno, principalmente influenciado por la concentración de CO2, por la densidad del fitoplancton, la alcalinidad total y la dureza del agua. El pH para tilapia debe de ser neutro o muy cercano a él, con una dureza normalmente alta para proporcionar una buena condición de mucus en la piel.
Oxígeno.
Junto con la temperatura, es el requerimiento ambiental más importante para la cría de estas especies. Su grado de saturación es inversamente proporcional a la altitud y directamente proporcional a la temperatura y el pH. El rango óptimo está por encima de las 4 ppm medido en la estructura de salida del estanque.
La tilapia es capaz de sobrevivir a niveles bajos de oxígeno disuelto (1.0 mg/ l), no obstante, el efecto de estrés al cual se somete es la principal causa de infecciones patológicas. Los niveles mínimos de oxígeno disuelto para mantener un crecimiento normal y baja mortandad se debe mantener un nivel superior a los 3.0 mg / l, valores menores a éste reducen el crecimiento e incrementan la mortandad.
Es un producto de la excreción, orina de los peces y de la descomposición de la materia (degradación de la materia vegetal y de las proteínas del alimento no consumido). El amonio no ionizado (en forma gaseosa) y primer producto de excreción de los peces es un elemento tóxico.
La toxicidad del amonio en forma no ionizada (NH3), aumenta con una baja concentración de oxígeno, un pH alto (alcalino) y una temperatura alta. En pH bajos (ácidos) no causa mortandades.
Los valores de amonio deben fluctuar entre 0,5 y 2 ppm (valores cercanos a 2 ppm son críticos). El amonio es tóxico, ya que depende del pH y la temperatura del agua.
Una concentración alta de amonio en el agua causa bloqueo del metabolismo, daño en las branquias, afecta el balance de las sales, produce lesiones en órganos internos, inmunosupresión y susceptibilidad a enfermedades, reducción del crecimiento y la supervivencia, exoftalmia (ojos brotados) y ascitis (acumulación de líquidos en el abdomen).
El nivel de amonio se puede controlar con prácticas de aireación con aireadores de paletas para estanques de profundidad de 1.5 m o aireadores de inyección para estanques con profundidades mayores de 1.8 m.
Alcalinidad.
La alcalinidad en el agua dulce puede ser considerada: baja (menos de 20 ppm.), media (de 20 a 40 ppm.) y alta, (superior de 40 ppm.).
Al igual que el pH, influye sobre la cantidad de alimento disponible y no directamente sobre esta. El nivel óptimo es de 10 mg/l a 200 de CaCO3, sin embargo, no se recomienda una alcalinidad superior a 75 mg/l pues afecta la productividad del estanque y las branquias de los peces.
Turbidez del agua.
El aumento de la turbidez en el agua suele disminuir el oxígeno disuelto en ella. Los sólidos se deben controlar con sistemas de desarenadores y filtros.
Las mediciones optimas con el Disco de Secchi deberán oscilar entre los 20 y 40 cm.
Cloruros.
Derivan de la actividad metabólica de los peces y del aporte de los suelos y aguas subterráneas utilizadas en las piscícolas. El límite óptimo para el cultivo de la especie es 5 ppm.
Ahora bien, tomando en cuenta la climatología venezolana y los requerimientos ambientales de la especie, la tilapia puede ser cultivada en gran parte de la geografía nacional, siempre que se disponga de adecuada calidad y cantidad de agua y se implementen técnicas de piscicultura que garanticen se evite el escape de ejemplares al medio ambiente natural.
La ilustración que acompaña a este artículo ofrece la distribución tentativa general de las zonas en las que predominan temperaturas cálidas favorables para la cría de la especie, y la distribución hidrográfica predominante en el país (cortesía de Esry), sin que se recomiende -por fu elevada fragilidad- aquellas zonas ubicadas al sur del Río Orinoco.
Utilizando las últimas cifras emitidas por MinPesca, suponiendo una población de 30.000.000 de habitantes, para alcanzar el consumo per cápita estimado por FAO para la Latinoamerica y el Caribe (12,2 Kg/hab/año), Venezuela presenta un déficit de más de 200.000 Tm de biomasa pesquera que beberan provenir en gran medida (si no todas) de prácticas acuícolas, en las que la piscicultura y la tilapia jugaran el más importante papel.
Germán Robaina es colaborador destacado de Mundo Agropecuario
Este trabajo fue enviado por el autor o autores para Mundo Agropecuario , en caso que se desee reproducir le agradecemos se destaque el nombre del autor o autores y el de Mundo Agropecuario